Muchas personas de todo el mundo han experimentado al menos una vez en su vida extraños y breves dolores de cabeza relacionados con el consumo de bebidas y alimentos fríos. En los últimos 50 años, el repentino aumento de la popularidad de los helados provocó la propagación de esta afección.
¿Cómo puede un refresco, un helado o cualquier otro alimento frío provocar un dolor tan intenso que desaparece pocos segundos después sin dejar rastro? La medicina moderna exploró esta interesante condición buscando las pistas en los procesos metabólicos que se centran en nuestra boca y cerebro. Tras muchos años de curiosa investigación, por fin hallaron respuestas.
Un gran porcentaje de las personas que consumen helado (¡y el helado es, según los científicos, el principal culpable!) pueden experimentar con regularidad dolores de cabeza por "congelación del cerebro". Hasta ahora no han descubierto por qué algunas personas son susceptibles a esta afección y otras no, pero al menos sabemos (más o menos) por qué ocurre.
La causa de estos dolores de cabeza instantáneos está en un reflejo natural del cuerpo que se confunde en los momentos de cambios bruscos de temperatura. Para ser más precisos, nuestro cerebro monitoriza la temperatura de nuestro cuerpo con muchos sensores neuronales, siempre intentando protegernos de cualquier daño y dándonos un tiempo precioso para reaccionar a los cambios repentinos.
Uno de esos sensores se encuentra en el paladar y es la razón principal por la que podemos sufrir este repentino dolor. Cuando una bebida fría, un alimento o, más comúnmente, un helado toca de repente el paladar, los sensores de temperatura de esa región envían una respuesta instantánea de peligro al cerebro, que reacciona inmediatamente con más fuerza de la necesaria.
Pensando que todo nuestro cuerpo está en peligro, el cerebro ordena a los vasos sanguíneos de las regiones de la cabeza que se contraigan, lo que permite regular el flujo sanguíneo y prolongar la supervivencia del cerebro en el ambiente frío. Después de varios segundos, cuando nuestro cuerpo se tranquiliza al saber que el cambio de temperatura no era algo permanente, los vasos sanguíneos se dilatan, lo que provoca un aflujo de sangre al cerebro.
Esa repentina afluencia de sangre provoca dolores de cabeza. Todo el proceso dura sólo unos segundos, y es más evidente con el helado frío, especialmente cuando lo comemos más rápido (que puede ser más comúnmente observado en niños que quieren disfrutar de sus golosinas frías tan rápido como sea posible). Según algunas pruebas, los dolores de cabeza por congelación cerebral suelen durar unos segundos, pero algunas personas los sienten hasta cinco minutos.
No existe cura para esta afección, pero si una forma muy sencilla de evitarlo. Si se es propenso a la congelación cerebral, lo mejor es comer siempre ese alimento o bebida más despacio.
Además de eso, es conveniente calentar el líquido en la lengua o en las mejillas y evitar exponer al paladar en lo posible para evitar que se active el reflejo.
Su nombre médico es ganglioneuralgia esfenopalatina, aunque también es normal referirse a ella como cefalea por estímulos fríos.
Recibe este nombre porque el dolor se origina en el ganglio esfenopalatino. Este ganglio interviene en el flujo de sangre de la mucosa nasal y en las secreciones lacrimales.
Su ubicación está al final de las fosas nasales, aproximadamente por encima de la parte blanda del paladar (donde también se encuentra la campanilla). Aunque no está en contacto directo con él, sus ramificaciones sensoriales alcanzan todo el paladar.
No, esta cefalea no puede causar daño cerebral. Es un dolor intenso sí, pero pasajero, superficial y no enfría el cerebro en un grado apreciable.
Terminemos con algunos datos y curiosidades sobre este dolor:
Fuente: PsychologyToday.com